Llegó como la noche: desnuda y descubierta ante mí,
ante mis ojos, ante mis deseos.
Se aproximó lenta
hasta acariciar mis muslos y,
con su boca babeante de candentes pensamientos,
recorrió mi cuerpo hasta dejarlo insensible
a las caricias de su propio cuerpo.
Llegó y dejó un hueco que despierta desde adentro
hasta lo más lejano de mi vista, de mis sentidos.
Cuando se fue
me di cuenta que faltaba algo,
me di cuenta que estaba solo,
me di cuenta que estaba muerto.
ante mis ojos, ante mis deseos.
Se aproximó lenta
hasta acariciar mis muslos y,
con su boca babeante de candentes pensamientos,
recorrió mi cuerpo hasta dejarlo insensible
a las caricias de su propio cuerpo.
Llegó y dejó un hueco que despierta desde adentro
hasta lo más lejano de mi vista, de mis sentidos.
Cuando se fue
me di cuenta que faltaba algo,
me di cuenta que estaba solo,
me di cuenta que estaba muerto.
Siempre será mejor solo, amigo. Cada día mejor. Me gusta la decantación de tu artesanía narrativa. UN abrazo.
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