miércoles, 26 de diciembre de 2007

Necedad... ya me conocen.

Hace tiempo me he distinguido por ser algo así como el Grinch que se resiste a cualquier cosa que mezcle los sentimientos –los míos, por supuesto- con la realidad, y me he encontrado con que cada año es más difícil lograrlo, tal vez sea que me estoy poniendo viejo o simplemente que me ha vencido despacito lo que recibo de quienes me rodean, de modo que no puedo esconder la cara de felicidad cuando cuento que, con los años, el grupo de amigos y de buenos compañeros, crece.

Estas fechas son especiales para recordar por qué busco mantenerme al margen de cualquier cosa que se traduzca en “mariconerías”, no es nada más porque sí. Ver esas caras sonrientes después de cobrar su aguinaldo, mientras piensan en la cantidad de regalos que deben comprar y las cuentas que esperan pagar, no es precisamente lo que hace que me sienta feliz de estar metido en este rollo humano que pierde piso con unos cuantos pesos de más... Si, si, ya sé que lo de la lana nos duele a muchos, pero no es sólo eso.

Hace unos días me preguntaba, hasta que me harté de no encontrar respuesta, del por qué la gente se felicita en navidad, si no se requiere la intervención de uno para que la fecha se convierta en importante, como en un cumpleaños, una boda, un bautizo, o qué sé yo. La gente se felicita sin saber por qué lo hace. No es de extrañar; vivimos tan de carrera que no nos da tiempo para reflexionar sobre lo que hacemos y que además me parece tonto.

Este año me permití no felicitar a nadie en el aniversario, falso por cierto, de la natividad del Señor y guardaré esa dicha hasta que se termine el año, pues creo que eso sí debe festejarse: un año más que se acaba... ¡y lo pasamos! Pero bueno, ese año más, implica comenzar a pensar que es también un año menos... ¿Qué necio, no creen?

lunes, 10 de diciembre de 2007

El compadre rico y el compadre pobre

La fogata estaba lista. El aire que soplaba del norte se metía hasta los huesos y lo que traíamos puesto apenas servía para taparnos. Afortunadamente la lumbre comenzaba a compartir su calor con nosotros y eso ayudaba a que la noche fuera menos fría. El cielo se veía clarito y las ramas del árbol que nos cobijaba parecían estar dibujadas entre las estrellas que brillaban lo suficiente para alumbrar el camino a la acequia. La olla del café empezó a despedir ese olor que te abre el apetito; lo malo es que no teníamos comida para esa noche, sólo café negro.

Las risas que teníamos segurito llegaban hasta el puente; una que otra vez mi tío Beto se levantaba a orinar todo tembloroso, mientras Ramón, su hermano, seguía con sus historias de la revolución o de los caciques de Santa Engracia que ya habían muerto. Mi tío Orfelio era el que cocoreaba el asunto y aunque no le gustaba la idea de dormir incómodo parecía disfrutar más que mi papá prender la lumbre y poner el café; era raro porque papá siempre tomaba la delantera para esas cosas pero ahora dejó que su hermano mayor dirigiera la velada.

Con la noche ya entrada papá recordó una historia que le contó uno de sus tíos cuando era niño y nos la contó pensando que tal vez de esa forma nos mantendría despiertos más tiempo…

“En el pueblo, hace muchos años, vivían dos compadres. El primero trabajaba mucho de sol a sol en la labor pero no le alcanzaba muchas veces ni para comer. Todo el día se fregaba el lomo limpiando los surcos de la hierba, cuidando el riego y la fumigación que no debía faltar, y aunque la tierra era buena de su suerte no podía decir lo mismo: si llovía, la única cosecha que no se lograba era la suya, si no caía agua su milpa se quemaba sin disculpa y así tenía que batallar todo el año para pagarle al banco la semilla que le había financiado. Era pobre porque así había nacido, ni modo; su esposa y sus hijos tenían la misma vida marcada porque así les había tocado.

Su compadre, contrario a él, era rico; casi nada le hacía falta. Tenía lo suficiente para ayudar cuantas veces fuera necesario a su compadre pobre, y lo hacía con gusto porque así era él de tironero. Todo estaba en que se diera cuenta que a sus ahijados les hacían falta zapatos, o que a su comadre le faltaba para el gasto, o que viera a su compadre cabizbajo mascando el polvo del camino y tan rápido como podía acudía con ropa, despensa y lo que él consideraba podía ayudar a su amigo.

No esperaba a cambio nada porque su compadre nada podía pagarle. El compadre pobre pocas veces aceptaba la ayuda era por eso que el rico hacía los arreglos con el banco sin que el otro se diera cuenta. Ese apoyo desinteresado no había nacido de la nada, cuando niño, el rico estuvo a punto de ahogarse en la noria pero fue salvado de la tragedia gracias a un niño pobre que, sin tener miedo, se metió por él con una cuerda amarrada a la cintura.

El compadre rico con mucha frecuencia insistía al pobre que dejara la siembra y que se fuera con él a trabajar como su socio pues necesitaba ayuda en sus negocios, pero éste se negaba siempre argumentando que no necesitaba el trabajo y que seguramente con su mala suerte los negocios se vendrían abajo, por eso le aconsejaba que buscara a alguien que supiera de esos menesteres y que no le hiciera perder tiempo ni dinero.

Un día la esposa del compadre pobre se enfermó y el doctor le dijo que seguro era por las mal pasadas que se daba; le recetó descanso y buena comida, además ya estaba bueno de tener a los hijos en ese solar tan pelón e hizo que la familia se mudara al pueblo, a una de las casas que tenía su compadre sin ocupar. Lo que nadie sabía es que todo, excepto la enfermedad, era plan del compadre rico que no halló otra forma de acercar a sus compadres a la civilización y a sus ahijados a la escuela.

El compadre pobre no tuvo más remedio que aceptar las órdenes del doctor y acudió a su compadre para solicitar la ayuda que necesitaba. El rico se emocionó tanto con los resultados de su plan que sólo faltaba que su compadre aceptara el trabajo que le ofrecía pero el pobre nuevamente se negó.

Preocupado el compadre rico por la necedad de su amigo, tuvo la idea de ofrecerle dinero para que pusiera un negocio propio, pero tampoco funcionó. Días después le dijo que el dinero no era regalado, sino un préstamo que le hacía a cambio de cuidar una tienda que tenía pensado poner en esa casa que ahora ocupaba con su familia. El compadre pobre apenado por haber estropeado el negocio de su amigo, aceptó cuidar la tienda pero sólo a cambio de un salario que cubriría el costo de la renta del lugar y los alimentos de la familia.

Sintiendo el triunfo en sus manos, el compadre rico se dio a la tarea de comprar la estantería y la mercancía necesaria para que su compadre se pusiera a trabajar, no sin antes mandar cerrar las otras tiendas que tenía en el pueblo con la intención de que le fuera bien a su amigo de la infancia.

Una vez que estaba todo listo, el compadre rico le explicó al pobre lo que debía hacer para que el negocio fuera bueno y obtuviera grandes ganancias. Lo primero que le sugirió era que se levantara antes de las cinco de la mañana, hora en que las mujeres salían por la leche para el almuerzo y que de seguro algo habían de llevarse de la tienda. El compadre pobre también estaba emocionado por su nueva vida y aseguró que no tendría problema para levantase a esa hora pues estaba acostumbrado a hacerlo desde hacía mucho.

Esa noche el compadre rico no pudo dormir de la emoción. A las cinco de la mañana, sin tomar café siquiera salió de su casa para ver cómo su compadre había iniciado el día. Cuando llegó la tienda se dio cuenta que estaba cerrada. –‘Seguro a mi compadre le pasó lo mismo que a mí. No ha de haber podido dormir en la noche y hasta ahora le ganó el sueño’, pensó. –‘Regresaré en una hora. Seguro ya mi comadre estará lista para hacer la primera venta del día’.

Se fue a la plaza a tomar café y pasada la hora regresó. –‘¡Ah qué mi compadre tan flojo! ¡Por eso está jodido el pobre! Segurito anoche se emborrachó y no se ha levantado…’. Molesto abrió la puerta de la tienda sin cuidarse de no hacer ruido a ver si con éste se despertaba su compadre. Lo raro era que ni los chiquillos se habían levantado aún y todo estaba quieto en el patio que dividía la tienda de la casa.

-‘¡Compadre! ¡Compadre! ¡Despiértate flojo, que ya es hora de abrir la tienda!’. Nadie respondía a sus gritos cada vez más furiosos. Se asomó por la ventana pero no se veía nada. Regresó a la tienda y tomó una linterna para dirigirse de nuevo a la ventana. -‘¡Compadre! ¡Compadre! ¡Ya es hora compadre!’.

Apenas alcanzó a divisar los bultos de la familia recostada. –‘¡Ah que familia de flojos estos! ¡`Ora verán!’; de una patada se cargo la puerta de la casa pensando que así despertarían asustados, pero el susto se lo llevó él cuando en la mesa vio a la muerte sentada con esa risa espantosa que siempre le dibujan diciendo: -‘Yo pa´ pobres los mandé, tu para ricos los quieres, ¡revívelos si es que puedes…!”

La noche avanzaba y el sueño venció despacito a mis primos, después a mis tíos y a mi papá. Esa noche yo no pude dormir.

viernes, 2 de noviembre de 2007

¡Por qué no te parates!

Don Juanito era un hombre trabajador; toda su vida la dedicó a la siembra con la que en temporadas duras y otras peores daba de comer a su familia compuesta por once hijos -seis mujeres y cinco hombres-, y con la que pagó, hasta donde pudo, los estudios de todos ellos. Su esposa era una mujer dedicada a su marido y siempre estaba atenta de lo que se necesitaba en la casa para procurar conseguirlo sin molestar a su viejo, pues como buena administradora que era, no necesitaba pedirle dinero extra para completar el gasto.

Don Juanito tenía muchos deseos, entre ellos ver crecer a sus hijos y hacerse viejo con su esposa en esa casita que él mismo construyó y que fue ampliando conforme crecía la familia; pero algo que siempre quiso desde joven, era una pick up que nunca pudo comprarse, pues si bien el dinero no le faltaba, “tampoco podía malgastarlo en lujos innecesarios” repetía Don Juanito cada vez que su mujer le insistía en la compra.

Paseaba en su carretón tirado por un burro viejo y aunque sus vecinos poco a poco fueron haciéndose de camionetas y camiones para transportar la cosecha, Don Juanito se aguantaba la envidia y buscaba mil ventajas de seguir conservando su guallín. Sus hijos, cuando logaron salir del pueblo, intentaron muchas veces regalar a su viejo una pick up que le diera gusto y le facilitara el trabajo de transportar la carga, pero Don Juanito, testarudo como era, nunca aceptó que sus hijos hicieran tal gasto pues decía que si él quería tener un mueble de esos él mismo podía comprarlo con su trabajo.

Cuando cumplió Don Juanito ochenta años de edad, decidió vender parte de su parcela a sus yernos para que hicieran el negocio que más les conviniera, de ese modo él dejaría de preocuparse por sus hijas pues ellas administraban sus casas como la habían aprendido de su madre. La parte que le quedaba la dividió entre sus hijos bajo la única condición de que lo dejaran seguir trabajando ese pedazo de tierra que tanto les había dado.

Con el primer dinero que recibió, Don Juanito se fue a la ciudad con el mayor de sus nietos a comprar una pick up que le llenara los ojos. Regresaron con una camioneta doble cabina, extra larga, con clima y doble tracción; era de color azul con unas franjas doradas en los costados. Las llantas eran anchas y tenía un equipo de sonido con el que amenizaron un baile de festejo en el solar.

Después de unas clases de manejo que le dio el nieto, Don Juanito ya sabía lo básico de conducir una camioneta de esas, así que comenzó a practicar por las brechas y sólo cuando se sintió confiado fue al pueblo a comprar sus medicinas. Quienes lo conocían se reían al verlo derechito en la cabina de su pick up, quienes no, se asustaban de verlo tan viejito en tamaño trocón.

Un día entre semana, de esos en que nadie quiere salir por el calor, andaba Don Juanito en su camioneta con el clima prendido y la música bajita, nada lo molestaba. No había tráfico, las calles aledañas a la plaza principal estaban vacías y la carretera que atravesaba el pueblo parecía desierta, sólo un perro echado a la sombra de la botica estaba en la calle.

Con toda calma Don Juanito pisó el acelerador para cruzar la carretera despacito, como él manejaba, pero no volteó a ningún lado ni hizo alto en la esquina como lo indicaba la señal. Gracias a que viajaba a poca velocidad, una camioneta lo golpeó apenas en la puerta del copiloto, ocasionando que ésta se hundiera un poco y que se rayara la pintura. Don Juanito sabía que había cometido un error y apenado bajó de su pick up disculpándose con el conductor por haber provocado el accidente.

-“¡Híjole mijo! No hice alto…”, decía Don Juanito.

-“Ya sé Don Juanito, ya sé. ¿no le pasó nada?”, preguntaba nervioso el otro conductor.

-“No, no me pasó nada, lo pendejo ya lo traiba desde antes”

-“¿Pos qué le pasó? ¿por qué no hizo alto? ¡Tamaño letrerote!”

-“Pos no lo vi…”, dijo apenado Don Juanito.

-“¡Ah qué Don! Yo lo vi desde que iba saliendo de la calle pero pensé que se iba a parar…”

“-¡Ah, no cabrón! ¡no me queras joder! ¡entonces tu tenes la culpa! Porque si me vites ¡por qué no te parates!”

miércoles, 3 de octubre de 2007

Sobre un curso a distancia; o La conveniencia de ser parte del Tec

En el mes de agosto dio inicio un curso de Actualización en Tecnología para Escuelas de Educación Básica que es parte del Programa de Liderazgo en el Uso Pedagógico de la Tecnología. Dicho curso tuvo como propósito dar a los docentes las herramientas conceptuales y prácticas suficientes para que diseñen, desarrollen, implementen y compartan productos educativos basados en el uso de tecnología de tal modo que puedan mejorar las formas de enseñanza y, por consecuencia, el aprendizaje de sus alumnos.

La propuesta de las secciones sindicales 50 y 21 fue trazada por personal del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y fue desarrollada a través de una plataforma electrónica llamada Blackboard, además de incluir dos sesiones presenciales, único momento en que se tuvo contacto directo con quienes dirigieron el curso, el resto de la comunicación se hizo vía electrónica.

El sentido del curso es una excelente idea que seguramente traerá buenos resultados a la larga, pero la experiencia que ha dejado dicha instrucción es, además de provechosa, frustrante. Lo primero porque estoy convencido de que quienes participamos en esa aventura sabemos la importancia de adaptar el uso de la tecnología para llevarla a las aulas, con nuestros alumnos; lo segundo, porque, aun cuando el ITESM es una institución de prestigio internacional, dejó mucho a la deriva en cuanto al proceso instruccional.

Entiendo que esa puede ser una estrategia de trabajo: dejar que los alumnos hagan, resuelvan y modifiquen la forma tradicional de aprender, aquella que tiene que ver con el contacto cara a cara con el instructor; pero al parecer, quienes diseñaron el programa, no tomaron en cuenta que estaban trabajando con docentes de educación básica, que aun cuando hacen uso de la tecnología para diseñar una presentación en power point, una tablita en Excel o un documento de Word, no son expertos en el manejo de la misma.

A lo largo del curso se propuso una serie de actividades que debían desarrollarse en equipos o de forma individual, según el caso; sin embargo, la primera actividad que debía entregarse tuvo la gran dificultad de ser en binas. No, lo difícil no era trabajar con otro, sino hacerlo sin saber quién era ese otro, pues a un día de la fecha límite de entrega del producto, el responsable del grupo no había publicado la lista donde se mostraba la integración de equipos.

Lo peor vino cuando, en un estado caótico, los integrantes del grupo, más de treinta maestros, exigían saber con quién trabajarían esa primera actividad mientras la respuesta inflexible del instructor era que no aceptaría productos de forma individual, sin siquiera percibir el error que estaba cometiendo él mismo contra sus políticas de aplicación del curso.

Afortunadamente la situación mejoró en ese aspecto, se corrigió la postura y el trabajo siguió su cauce, hasta que nos dimos cuenta que el mismo instructor, quien antes había exigido la entrega puntual de los productos, aunque fuera sábado o domingo, no contestaba los mensajes que se dejaban en la plataforma ni en su cuenta personal por ser fin de semana. Nunca entendió que quienes tomábamos el curso trabajamos igual que él de lunes a viernes, en uno o dos turnos en distintos horarios al suyo, y que los días que podíamos dedicarle a las actividades se concentraban en los mismos días que él descansaba.

Los mensajes se acumulaban y su respuesta a estos se dejaba ver ausente, o distante en el mejor de los casos. No sé si eso también era parte de su estrategia, pero insisto en decir que él, y el equipo que lo respalda, estaban equivocados. Se suponía que de cada producto recibiríamos retroalimentación para saber si las actividades se habían acercado a lo sugerido por ellos… Es fecha que nadie ha recibido sus comentarios; lo más próximo fue un “Después lo comentamos” a través de la cuenta personal de un compañero, haciendo referencia a uno de los últimos productos entregados.

Una idea muy buena que tuvieron fue crear un espacio de asesoría técnica para aquellos que necesitaban ayuda sobre el diseño del producto final; lo malo fue que quien estaba a cargo de responder las dudas no siempre entendía los cuestionamientos de los compañeros o no sabía cómo resolver las situaciones planteadas. Por otra parte, la mayoría de las participaciones en este foro eran preguntas básicas que encontraban respuesta, las más de las veces, antes de que el especialista reaccionara.

Con todo lo dicho no trato de excusar a mis compañeros, ni a mí mismo, en el manejo, poco o mucho, de la tecnología -se supone que escogieron a quienes teníamos mayores posibilidades de salir adelante con los productos sugeridos-, pero personalmente me dio la impresión de que, como el curso estaba dirigido a maestros de Educación Básica, nos dieron las sobras de un programa que tal vez no vendieron, sino que se ofreció como un servicio social del Instituto, o que al tratarse efectivamente de “profes” no pusieron la atención que hubieran puesto a alguien que seguramente en lo futuro les dejaría ganancias más significativas de las que nosotros podemos aportar, o para no ser mal pensado, que se trata de un programa piloto que busca eco a nivel nacional.

La primera etapa del proyecto termina en unos días, 14 de octubre, y la siguiente fase implica que seremos nosotros quienes compartamos la experiencia con los siguientes compañeros; mi pregunta es ¿será conveniente para ellos que lo haga? No lo sé. Seguramente me enteraré después de que lean este texto.

martes, 18 de septiembre de 2007

40 años de servicio

De los cuarenta años de servicio de mi padre, he vivido 37; en esos 37 años he visto de todo, desde el amigo que sin dejo de vergüenza se duerme mientras comparte la lectura de algún libro, hasta el trabajo exhaustivo que implica organizar un baile con Ramón Ayala en algún pueblo que ahora se jacta de ciudad.

Sé, por conducto de mamá, de otros tres años que no viví. Ese tortuoso, al menos para ella, camino por Golondrinas, historia que me gusta escuchar pues siempre se acompaña del reclamo de ella por el atrevimiento de papá al llevarla consigo a “ese rancho polvoriento”, como ella misma dice.

También sé, por los recuerdos de mi viejo, de su paso por Lampazos donde tenía mucho que enseñar, pero sobre todo mucho que aprender. Cuenta que el primer día enseñó las vocales, el segundo el abecedario, el tercero los números, pero que al cuarto día no tenía más que enseñar, aunque apenas hace unos años me enteré que enseñaba a montar a una maestra poco diestra con el caballo. Historias viejas de mi padre que suenan a exageraciones... eso nos conviene creer.

Recuerdo poco la Montemayor; es más no sé si la recuerdo de mí mismo o por referencias de papá, pero tengo grabados en la memoria algunos lugares que me parecen estar relacionados con dicha escuela, aunque no descarto que se trate de referencias cruzadas con las visitas al ISSSTE, que fueron muchas y permanentes.

Llevo conmigo su paso por la Normal Superior, lugar donde ahora trabajo, de esos tableros de ajedrez que hacía o aquellos con muchos clavos y ligas para jugar con canicas o una jabalina que envolvía con tiritas de papel para que tuviera mejor amarre y algunos rompecabezas hechos de cartón para mantenerme ocupado mientras él intentaba estudiar, siempre estudiar, siempre leyendo.

Tengo claro que el hábito de leer no llegó solo o por magia, él es culpable de tantos libros y revistas en mi casa; también entiendo que la profesión docente no fue un accidente en la vida de ninguno de sus hijos y que entre él y mamá manipularon nuestros cerebros infantiles para que nos convirtiéramos en profesores. No es fácil aceptarlo, lo lograron.

Las razones que tuvo papá para ser profesor fueron motivadas por la necesidad de servir, de satisfacer las carencias de los niños con los que sentía empatía; su vocación ha sido el motor de muchas familias, siempre en el medio rural o semi-urbano, pocas veces en el marasmo de la ciudad.

A lo largo de su carrera ha tocado muchas vidas que seguramente han olvidado su nombre, su sombra, el tono de su voz llena de cuentos, cantos e historias para repartir y que nadie sabe de dónde han salido, de sus manos limpias y su frente alta, de sus ojos que escudriñan más allá de lo simple y que siempre tratan de leer el alma de la gente. Lo que no olvidarán será esa paz que les ha compartido, esa armonía permanente con la vida que lo ha convertido en maestro más que profesor, de esas palabras de aliento que se pierden en el tiempo pero que se graban en el espíritu para siempre.

Como hijo puedo decirles que sabe enseñar. No olvido una lección de vida que me dio cuando, al no responder a su llamado, salió furioso de su cuarto para llevarme hasta la puerta de la cocina, llamar al perro y mostrarme que ese animalito hacía más caso que yo, su hijo. Desde entonces entiendo el llamado de mi padre y lo atiendo lo más rápido posible aunque me cueste sacrificar mi propio tiempo.

No sé si haya algo que no pueda hacer, a veces me da la impresión de que se hace loco para que hagamos las cosas por él, desde escribir un artículo para su revista o el periódico de la localidad, hasta preparar el carbón o la leña para la comida del domingo. Lo siento por mis cuñados, eso les toca a ellos.

Siempre le escuché decir que la tarea de un hombre es tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro, y que después de eso llega la muerte. Papá, estás equivocado, ya hice las tres cosas y aquí sigo. ¿Será acaso que por eso has decidido escribir tu libro a razón de una página diaria? Porque de ser así, entendido que tu libro lo escribas todos los días en la vida de los demás, de nosotros, en la tuya misma y no en simple papel que es más fácil y privado.

No, tu libro no es privado, es público, es de todos quienes quieren leerte cada día, de quienes quieren compartir contigo un pedazo de esa historia que te has formado, de aquellos que te acompañan a darle vuelta a la página porque es su derecho mientras tu obligación sea seguir escribiendo aquí o en otro lugar.

Oscar Mario Benavides, papá, profesor, amigo, maestro, tenemos mucho en común, no sólo el nombre, y aunque personalmente me falte mucho para alcanzar lo que has logrado, te has encargado de allanar nuestro camino dejando letreros para no perdernos cuando esté oscuro el día.

Maestro, amigo, profesor, papá, Oscar Mario, quienes estamos contigo te queremos y admiramos.

jueves, 2 de agosto de 2007

Harry Potter y el poco deseo de aprender.

Hablar de Harry Potter en estos días no es novedoso. Este personaje inglés se ha sabido posesionar de la plática en el café y en el aula. Unos dicen que es un gran fenómeno, que llevó a la lectura a tomar de nuevo un lugar privilegiado entre los adolescentes que la habían dejado por la televisión o los video juegos; otros señalan que los chavos se identifican con el personaje por tratarse de un adolescente que vive lo mismo que ellos y los más simples dicen que por guapo.

Lo anterior me parece una gran exageración en dos sentidos. Primero porque si bien los adolescentes volvieron a la lectura por Harry, en realidad no la habían olvidado, o porque ese comentario encaja en una cultura distinta y distante a la nuestra; segundo, porque no todos los adolescentes padecen la orfandad (aunque pareciera que sí, sobre todo aquellos que viven con padres que trabajan todo el día), pero sobre todo porque la mayoría de los adolescentes en nuestro país no acuden a colegios de paga o internados que se comparen con Hogwarts, sin contar lo tenebroso que cualquier escuela pública tiene en sí misma.

Es cierto que la obra de Rowling ha sido un fenómeno comercial que ha roto muchos récords de ventas en el mundo, y que ha logrado capturar la atención de muchos niños, jóvenes y adultos; debo decir que son pocos los amigos que aceptan públicamente no haber leído ni uno solo de los libros de esta autora; por mi parte confieso haber leído sólo el primero y la mitad del segundo, con mucho esfuerzo para no dormirme en el proceso.

En nuestra ciudad, y en cualquier otra de este país, no es fácil convencer a los jóvenes para que lean: o de plano lo rechazan o argumentan pretextos, válidos de cierta forma, tales como lo costoso que son los libros ante la película que se exhibe con la novela como referencia.

Habrá quienes digan que lo que acaban de leer es digno de la excomunión docente pues ¡¿cómo me atrevo a comparar el libro con la película?! Pero es verdad. Las películas, particularmente las de Harry Potter, están bien hechas, todas guardan la esencia del libro, son más económicas para nuestros jóvenes alumnos, sobre todo en miércoles, duran poco más de dos horas que se acompañan de palomitas, nachos, soda y hasta un buen amigo o amiga, según prefrencias.

La última entrega cinematográfica de Potter me pareció la más atractiva, vista como maestro y desde mi memoria como alumno. Plantea la posibilidad del aprendizaje significativo colectivo, motivado por el interés de bloquear lo realmente importante de la educación en Hogwarts. ¡Ojalá así lo entiendan mis hijas y alumnos!

Explico, con la condición de que si no has visto la película vayas al cine, o al mercadito, para confirmar lo que te digo. Resulta que el Ministerio de Magia envía al colegio a un visor para regular y vigilar las formas de enseñanza que se ofrecen allí, pues se dice que últimamente se han presentado situaciones poco convenientes, políticamente hablando, al suponer que el director de dicha escuela busca el cargo máximo en el Ministerio. (Si, sigo hablando de la película)

Ante esta situación, y habiendo comprobado que realmente se ofrecen muchas libertades a los estudiantes, el Ministerio, a través del visor, decidió restringir el uso de la magia dentro de las aulas, (no perdamos de vista que es una escuela para magos) pues parece poco favorable que los alumnos aprendan en la práctica, provocando que las clases se vuelvan teóricas.

Los alumnos, que buscan aprender algo que realmente les sea de utilidad, se organizan para poner en práctica sus conocimientos teóricos, acción que molesta a la autoridad por no tener el control de lo que hacen los estudiantes. Al cabo de algunas escenas y algunos actos de represión, los alumnos se revelan abiertamente tomando la escuela y amenazando con continuar con su protesta si no les enseñan lo que necesitan aprender, y no sólo lo que las autoridades consideran debe impartirse en tan peculiar institución.

Líneas antes mencioné que me gustó la película, y tengo días, si no años, preguntándome ¿cuándo nuestros alumnos tomarán la iniciativa de reclamar, de exigir, lo que les corresponde como estudiantes? ¿cuándo entenderán que si no reaccionan ante su propia indolencia no podrán avanzar? Quieren el reconocimiento, si, pero sin mucho esfuerzo, bajo el pretexto de no saber qué hacer o cómo hacerle para lograr que el maestro cumpla con su trabajo.

No estoy incitando a que los alumnos tomen las aulas, no es esa la idea, pero tampoco se trata de que se queden cruzados de brazos esperando a que alguien venga y les resuelva la vida; no sugiero que sacrifiquen sus ratos libres, como sucede en la película, para aprender cosas realmente interesantes, sino buscar y aprovechar los momentos destinados al aprendizaje.

Los alumnos con los que he tratado siempre se quejan de que “el profe no enseña nada”, cuando en realidad, muchas de las veces, no entienden lo que les quiere decir y no le quieren preguntar para no verse tan burros; pero si les toca de suerte un maestro que quiera trabajar en serio, se refugian en su concha más grande para evadir a ese compromiso.

Difícilmente imagino a mis alumnos organizando grupos de estudio para satisfacer sus propias necesidades de aprendizaje; igualmente difícil sería verlos entusiasmados con la idea de compartir abiertamente lo que saben, no por envidia, sino porque no confían en su propia capacidad para hacer las cosas bien, a la primera o la segunda o a la tercera... Siempre buscan excusas, pretextos; inventan disculpas que no resuelven nada su situación de apatía hacia el futuro que les espera.

Entre menos trabajo les ponga el profe, mejor. Nada es más molesto que un maestro que encarga leer lo de la clase de mañana, -“al cabo si no leo ahorita, leemos todos en el salón”; todos quieren un profesor comprensivo que encargue ver la tele –“pero lo que a mí me gusta ver, no lo que él quiera”. En la secundaria eso es natural, son adolescentes, y aunque no es excusa suficiente, se puede perdonar su ignorancia y comodidad pues el futuro lo ven lejos todavía, ¡pero en las formadoras de docentes!

Algunos de mis alumnos tienen las oportunidades limitadas, a veces por lo económico y otras por su ineptitud, y si a eso le sumamos que un buen porcentaje de ellos no se interesa en lo que hace, ya se imaginan el tipo de estudiantes que son, ¡o peor aún! ¡El tipo de profesores que serán!, sobran las palabras.

En nuestras escuelas no estamos limitados por un Ministerio, bueno, al menos no como en la película; y nuestros alumnos tienen el derecho de aprender lo que necesitan aprender, lo que realmente importa, lo útil. Ese plus que exigimos como alumnos de brazos cruzados no va a llegar así nada más porque sí, tenemos que buscarlo o hacerlo si no existe.

Siempre he creído que la fuerza nace de la razón y que si nuestros alumnos, algún día (no pierdo la esperanza), alzaran la voz con argumentos suficientes para convencerse a sí mismos, antes que a sus maestros, de lo que realmente necesitan aprender para sobrevivir en un mundo de locura como este, todo sería distinto en las escuelas y en el trabajo docente.

No sé cómo sería el mundo si realmente existieran Potter y sus amigos, seguramente no serían un grupete que simula cantar con ropas de colegiales (¿o si?); es más, no imagino, sin considerarme un fan, el mundo sin Harry Potter en las librerías, revisterías, vídeo clubes, jugueterías, el cuarto de mis hijas. Lo que sí sé, es que es más fácil ignorar el mensaje de “La orden del Fénix” que trabajar de a deveras en lograr que nuestros alumnos cumplan con lo que señalan los programas, que por cierto, no es muy diferente a lo que muestra la película, salvo por aquello de magia.

Harry Potter no defiende el mundo real, pero defiende su forma de aprender aunque sea ficticia; como profesores, tenemos la obligación de no convertirnos en visores de ningún ministerio que limite la libertad de nuestros alumnos, tenemos que obligarnos, desde la aulas de las normales, a dar lo mejor que tenemos en la trinchera que nos toque defender.

martes, 3 de julio de 2007

El Santito

Por: Oscar Benavides

Aparentemente aquí no pasa nada pero la realidad es otra. Desde que apareció, las cosas han cambiado, naiden se explica el cómo o el por qué. Lo que es un hecho es que todos sabemos que ha venido a cuidar del pueblo, al menos eso dice Don Curita cada domingo desde que’l santito comenzó a llorar.

Pocos nos acordamos cómo vino a parar aquí, y la verdá es que’se recuerdo me parece muy lejano, como si juera un sueño mal’ogrado, hasta borroso lo veo.

Hace mucho, cuando todavía era un chamaco, mi papa me trajo a la estación pa’ recoger la semilla que habíamos estado esperando desde tiempo atrás; le habían prometido que llegaría ese día puntualmente en el tren de las cuatro; curioso que dijeran que a las cuatro porque el tren ese nunca jue puntual; es más, a veces ni se paraba.

Ese día, como un milagro, el tren se apareció a las tres cincuenta, eso dijo mi papa nomás viendo la sombra del “tuerto”, mi burro. A mí me sigue pareciendo que lo dijo sólo pa’ sorprenderme, y pos lo logró.

Güeno, la semilla no llegó pero, en su lugar, llegó un padrecito con un monigote cargando. El padrecito era viejo, más que mi papa que’n ese’ntonces apenas se’staba quedando pelón; el monigote se parecía a él, al padrecito, pero más joven; tenía una mano en puño y la otra apuntando de frente como regañando a alguien, tenía también la cara enojada, o eso me pareció entonces. ¡Ah! También estaba sentado y parecía queiba montando al padrecito mientras le indicaba qué camino seguir amenazándolo con un coscorrón si no le hacía caso, quizá por eso lo recuerdo con esa cara de gendarme.

No podía imaginarme pa’ qué llegaron al pueblo; el domingo me’nteré: llegaron pa’ quedarse, o al menos el monigote porque Don padrecito se murió a los pocos días de haber llegado; unos dicen quesque lo mordió una víbora mientras se acomodaba en la letrina; otros dicen que se lo llevó el diablo; pero según yo, se jué ansí nomás, dejándonos al “mono sentado” pa’ ver que hacíamos con él.

A los pocos meses llegó Don Curita, el mismo que tenemos todavía en la iglesia. Parece que a él no le gustaba el mono ese, pero no se atrevió a tirarlo pensando que’ra importante pa’l pueblo. Lo que hizo jue ponerlo en un rincón, junto al portón que al estar abierto no permitía que se viera, a menos que uno se metiera detrás de’l.

Con el tiempo, todos se olvidaron del monigote... menos yo. Casi todos los días lo iba a ver aunque juera un ratito. De primero me daba harto miedo, pero siempre me ganaba la curiosidá, ya luego era nomás eso: curiosidá, pura curiosidá. Quería saber quién era ese mono y esperaba que me lo dijera él mismo, pero nunca lo hizo.


Un día que’staba escondido tras el mono, tuve la sensación de que el muy cabrón observaba el atrio desde su rincón, parecía no entender qué hacía en ese lugar. Su puño perdió fuerza y su mano, la que señalaba, perdió dirección. Eso me pareció. Me dio lástima. Su cara de enojado preguntaba. Naiden se dio cuenta, sólo yo.

Tal vez le caía gordo el Santo Niño que recibía visitas todo el día, siempre; o San Francisco que’staba en mejor lugar que’l. Acá nomás yo lo visitaba y según mi humor le hablaba pa’ no estar hablando solo...

Jué’n ese tiempo que’lla entró por primera vez a la iglesia. Traiba la cabeza cubierta y la falda larga de color azul... y zapatitos blancos; no enseñaba la rodilla y apenas se veía la mitad del chamorro, pero su blusa no dejaba mucho a la imaginación: tenía un gran... una gran... un gran agujero pa’ meter la cabeza y eso dejaba ver sus pechos llenitos y encendidos, mirando siempre pa’rriba, distraídos. Si se le ponía atención, podía uno ver cómo latía su corazón, y cuando respiraba parecía que se leiba a reventar la piel. Era morena. No mucho, bueno, casi blanca. Seguro yo la veía morenita porque aquí adentro no hay mucha luz.

Esa primera vez no nos vio. Ni muchas otras, pero no teníamos prisa. Noté que’l mono temblaba cuando escuchábamos sus zapatitos pasar aquí juntito, y cuando creíamos que’staba a punto de voltiar a vernos, nos sudaban la frente y las manos. ¡Pobre mono! Con su mano cerrada tenía que aguantar el sudorcito vaya a saber desde cuando.

Después de mucho, comenzamos a desesperarnos al verla pasar sin que nos viera. Siempre lenta, seria, bonita... Decidimos hacernos notar la siguiente vez: él se quiso parar y yo pos, lo ayudé. El mono no pudo desdoblar las piernas a tiempo y se jue de hocico, medio metió las manos pero sus dedos se quebraron, y como el puño lo traiba engarrotado, pos se rompió la nariz y se raspó la frente. Se veía curioso así empinado. Solté la risota cuando pensé que sus nalgas estaban tomando un respiro.

El plan funcionó. La muchacha voltió a vernos con curiosidá. Se me acabó la risión. Don curita corrió a ver que había pasado; lo monaguillos y otros se pusieron a querer levantarlo y en el intento le quebraron los dedos de los pies. En eso ella ya se había ido...

Don curita me hizo levantar los pedazos del monigote que’staban regados por el piso y me obligó a que los tirara. Yo no quería, pero no podía negarme a Don curita. Más tarde volví por ellos y como pude se los jui poniendo al mono ese. A lo mejor no quedaron bien, pero no podía quejarse. Es mejor tener dedos chuecos que no tenerlos... ¿la nariz? La nariz, güeno, sólo encontré un pedazo, el otro se lo hice de lodo y lo pinté. Hasta creo que le quité lo enojado. Con los días nos acostumbramos a su nariz y dedos chuecos.

Un domingo que llovía llegó la muchacha toda mojada. Le escurrían las greñas y la ropa no servía pa’ cubrirla. Se adivinaba su cuerpo, sus caderas y nalgas, su cintura y sus pechos más encendidos que siempre y ‘ora mirando de frente, duros, duros... sus hombros se sentían suaves, güeno, eso creo. Su cara, su cara se veía rechula, ojos grandes y una risita burlona dibujada en su boca. Parecía saber que nos tenía locos a éste y a mí.

Vino a nosotros, se arrodilló frente a mí viendo al mono. Sus labios apenas se movían, delgados y de un rojo pitaya que me tenían embrujado. No podía quitarle la vista de encima. El mono no quería voltiar a verla pa’ evitar asomarse en el agujero de la cabeza que dejaba ver sus pechos apuntando hacia él; cuando ella alzó la cara ninguno de los dos pudimos evitar imaginarla desnuda.

Yo salí corriendo. Él tuvo que seguir en su lugar haciendo como que no quería verla. ¡Qué lástima me da ese monigote! ¡Qué envidia! Ella le pedía algo y él no sabía qué hacer. ¡Qué va’saber ese cabrón! ¡Nunca ha hecho nada por naiden! ¡Por eso envidiaba a San Francisco y al Santo Niño!


Cuando paró la lluvia volví con la idea de preguntarle si la podía ayudar. No la encontré, pero volvió cada vez con más frecuencia a vernos. Yo me’sforzaba pa’ oir lo que’lla decía. A veces pedía dinero pa’ la medicina de su mamá y yo me robaba las limosnas pa’ llevarlas a su casa por las noches; un día escuché que quería otro trabajo y hablé con Don curita pa’ que la’yudara a cambio de que yo limpiara todo esto de’a gratis; además, así la iba a ver de cerquitas todos los días.

Jué’ntonces cuando oí que un hombre la molestaba y que otro la asustaba mucho. Esa noche esos hombres no salieron a la calle y desde’ntonces naiden los ha mirado.

A veces pedía cosas pequeñas y otras veces quería grandes milagritos. Mientras yo pudiera la’yudaba; al fin y al cabo por algo era el que cuidaba de’ste mono que no sabía hacer nada más que’star sentadote...

Su mamacita se murió y vino a pedirnos un hombre pa’ no quedarse sola. Dijo que quería sentir no sé qué, dijo quesque la humedad se le acababa, que ya no quería llorar sola; dijo algo sobre la lluvia y las ganas de sentir calor.

Sentí cuando el mono tembló como siempre que’lla llegaba. Yo también temblé. No creo que’ste haiga sentido lo que sentí porque sé que no tiene lo que yo tengo... ¿Que cómo me di cuenta? Cuando se cayó de hocico y quedó con las nalgas paradas vi que no había nada bajo el faldón. ¡Pobre mono!

Yo hervía por dentro y creo que’lla lo notó porque voltió a verme y de inmediato se jue a su casa. La seguí pa’ cuidar que su deseo se cumpliera. Entré en su casa y en ella sin pedir permiso. Al principio gritaba y después no; sólo me miraba de fijo, no decía nada. No paré hasta que sentí un calambrito en la panza que me dio miedo, creí que meiba a morir.

Cuando me repuse salí de allí y en el camino no podía dejar de imaginarme sus ojos tan abiertos y la cara del mono enojado, pero tampoco podía dejar de sentir su carne calientita por dentro, ni el sabor de sus chiches llenando mi boca, ni el ruido de sus gritos que poco a poco fueron disminuyendo hasta quedar muda... jué cuando entendí lo que había hecho y me asusté.

Me eché a correr y llegué aquí mismito. El mono me miraba de fijo, como ella lo hizo también. No sé si estaba enojado como cuando llegó, o si nomás estaba con la cara chueca después del trancazo; tal vez me miraba diciendo: -“¡Pobre hombre! ¡Qué lástima me da!”

Le grité que no me tuviera lástima, que’l era el pobrecito porque no podía hacer nada como hombre.

Me miro de fijo...

Los gendarmes vinieron por mí y lo vieron llorar. Les platiqué lo que había pasado y me encerraron.

Después me’nteré que’l mono ahora era un Santo y que hacía milagros.

Yo sabía que’l único milagro que hacía era llorar y eso porque era el sudor que se guardó frente a la muchacha.

...

Hace un año me soltaron y vine a ver al “Santito”.

Sigue llorando... Yo también.

¡Vaya que las cosas han cambiado! Ahora la gente viene desde lejos pa’ vernos sólo a nosotros.

lunes, 18 de junio de 2007

Él. Tequila.

Por: Oscar Mario Benavides Puente

Escuché a alguien decir hace tiempo que su vida era una tragedia rulfiana. La frase me pareció interesante porque adjetiva muy bien todo lo que esa persona quiso expresar: pobreza, desamor, pérdida, locura, muerte, olvido, resignación y más cosas que Rulfo nos ofrece en sus historias.

Rubén no está marcado por Rulfo, no; más bien parece que su vida fue el motivo de la obra de Romero, o mejor dicho, producto de algún sueño de Pito Pérez. Rubén es un tipo alto, buen mozo con cabello y ojos claros, una sonrisa permanente y unas manos siempre dispuestas a ayudar, a saludar, a tomar la botella y no soltarla hasta que se acabe la última gota.

Mucha gente lo conoce y siempre su nombre se relaciona con el tequila; hasta la fecha no conozco a alguien que, sabiendo el problema de Rubén con el alcohol, hable mal de él o lo desestime, es más, nunca he escuchado a alguien expresarse mal de su persona, ni siquiera las mamás de sus amigos cuando adolescentes. Casi todo el mundo lo quiere.

Vive solo desde que su esposa dejó de aguantarle, o tal vez desde que él decidió seguir el camino que había tomado con tantas ganas muchos años atrás. Siempre ha sido bueno para el billar, pero estando borracho no hay persona que pueda ganarle una partida. Muchas veces lo encontré perdido en los billares del centro haciéndose pasar por un novato, ya alcoholizado, para convencer a dos o tres incautos de apostar cantidades de dinero atractivas para alguien que pretende seguir tomando hasta que el día se acabe de nuevo.

Muchos de sus amigos aprendimos a tocar la guitarra o mejoramos la técnica por su insistencia. Le gusta mucho cantar y aunque lo hace como para espantar demonios afónicos con sordera, nadie se asusta con sus alaridos de miedo, al contrario, siempre sobra quién se anime a acompañarlo en su misión imposible. Él sabe que canta feo, pero le vale, lo disfruta mucho e igual se anima a llevar serenata a la muchacha más bonita del barrio, que al señor del depósito que condiciona el crédito con el silencio de mi amigo para que siga con su música en otra parte.

En más de veinte años de conocerlo nunca ha perdido la compostura más allá de lo normal para un borracho feliz. La primera vez que tomé fue con él, en su casa, acompañado de otros amigos. Recuerdo que cuando la botella se terminaba, Rubén se escondía tras la cortina de la sala y minutos después aparecía con la botella rebosante de alcohol. Años después nos enteramos que su papá le escondía un barrilito de tequila en una chimenea oculta tras esa cortina.

Pocas veces ha faltado a su trabajo por andar tomado, en malas condiciones o crudo... ¡Es más! No recuerdo haberle visto crudo ni en malas condiciones ¿será que nunca daba tiempo a que eso ocurriera? La pregunta sobra.

Rubén es un tipo al que le gusta la lectura, poco, pero le gusta, y su gran proeza fue haber leído, compitiendo conmigo, El perfume, El padrino, La insoportable levedad del ser, El nombre de la rosa y otras novelas que ya ni recuerdo pero que él tiene frescas con personajes, ambientes y detalles minúsculos, como si las acabara de leer y de eso ya hace quince años o más.

¿Han escuchado que alguien parece conservado en alcohol? Mi amigo es la prueba. Hace unos días lo invité a mi casa y caí en la cuenta de que evidentemente los años han pasado por aquí: estoy panzón, canoso, con menos agilidad, no puedo comer muchas cosas y beber menos; mi amigo, si bien el tiempo también le ha dado sus cariños, se ve casi igual que en la fotos de nuestra adolescencia.

Me gustó verlo platicar jubilosamente de sus aventuras, es un tipo que siempre tiene un buen consejo o una anécdota qué contar; se podría decir que es una persona que vive y ha vivido de eso, de recordar glorias pasadas con triunfos pequeños, donde el vino o la cerveza ocupan un lugar importante.

Sé que se sintió como en su casa, y así fue; siempre ha sido conchudo mi compadre, a donde va se acomoda y exige su basto almuerzo para recuperar las fuerzas y seguir bebiendo, sin importar que aún sean las siete de la mañana de un domingo y todos los de la casa estén dormidos. Cuando chavos era él quien acompañaba a mi papá con su café a las seis de la mañana de un lunes o martes o miércoles, o cualquier día después de la fiesta.

Pocas veces lo hemos escuchado maldecir y cuando lo hace es contra sí mismo, nunca refiriéndose a otra persona, ni siquiera contra la que fuera su suegra. Nunca lo he escuchado quejarse de su mala fortuna –al menos lo que considero es mala fortuna-, y aunque no creo en eso que muchos llaman destino, estoy convencido que mi compadre todos los días lo reta esperando lo que le traiga, porque debo añadir que él, Rubén, no busca, espera.

A sus ya casi cuarenta años de edad mi amigo sigue siendo un soñador que ahora busca ser profe y que ha planificado muy bien su estrategia para terminar la prepa e ingresar a una Normal, cualquiera, porque no quiere que su hijo mayor, de ahora dieciséis, diga que su padre es un borracho sin futuro, pero sobre todo, sin sueños.

No puedo negar la admiración por mi amigo, siempre contento, nunca preocupado, siempre cantando, recordando, disfrutando lo que la vida le ha dejado y sin extrañar lo que le ha quitado, al menos no en público. No sé si realmente sea feliz o traiga puesta una máscara que nos impida enterarnos de su estado real.

Tal vez Rubén nunca llegue a ser un gran cantante, ni un buen profesor, y tal vez nunca deje la borrachera para otro día; tal vez jamás salga de esa vida hasta ahora inútil, como la de Pito. De lo que estoy seguro es que pocos tienen la fortuna de conocer a alguien así, alguien lleno de canciones, gritos, historias, risas y encuentros; lo que más quiero es que Pito Pérez no despierte de ese sueño que recrea a mi amigo y lo hace vivir día a día rodeado de su gente.

martes, 22 de mayo de 2007

Presentación de Propuesta Didáctica.

Profr. Oscar Mario Benavides Puente

Justificación

En la actualidad la Educación Básica enfrenta el reto de acercar a los estudiantes al mundo de la lectura. Si bien la afirmación anterior se ha convertido en parte de la cotidianeidad, también es cierto que raras veces la escuela ofrece oportunidades para que los alumnos lean sin que este ejercicio vaya unido al concepto de castigo o de tedio. Lo anterior no es sólo un decir o parte del dogma que los maestros esgrimimos: Es que no leen nada, no quieren batallar, no les gusta leer ni nada que los complique, entre otras frases que son el pan de cada día en los pasillos de las escuelas, sobre todo entre los maestros de Español (no se hable de otros especialistas de sus respectivas áreas).

No es difícil creer que los adolescentes tienen otras prioridades antepuestas a la lectura; pero tampoco es increíble que los maestros antepongan otra serie de pretextos “con mayor envergadura” que de igual manera les impide practicar la lectura.

¿Hace ruido tal afirmación? Sí, claro que sí; pero no es de extrañar entonces que los adolescentes se nieguen a leer si sus mismos maestros no les ofrecen ese manjar. Dice Daniel Penac en su libro Como una novela (1998) que la mejor manera de convencer a los alumnos de leer es dándoles de leer, pero despacito, sin prisa y sobre todo, sin asustarlos.

La propuesta que aquí se expone, no busca ser la solución al problema de la falta de lectura de los adolescentes, no; más bien pretende ofrecer la oportunidad de acercar a los jóvenes a la literatura de una forma distinta a la que se vende en los libros de texto. Y no porque estos sean malos o porque tratemos de satanizarlos, sino debido a que, lamentablemente, muchas veces nos encontramos con que los libros de texto, que son un apoyo para la clase, se convierten en un manual que debe seguirse al pie de la letra sin permitir que el alumno se distraiga un segundo siquiera, a menos que quiera ser condenado a la hoguera junto a aquellos que traten de seguir su mirada o su pensamiento. Tampoco creemos que hemos descubierto el hilo negro para lograr una lectura placentera entre los alumnos, sobre todo porque los temas que aquí presentamos como modelo pueden no ser sencillos para jóvenes que prefieren el Play Station o el X-Box porque además corremos el riesgo de que ni siquiera sean atractivos en su presentación si los comparan con la gran variedad de fuentes electrónicas que pueden encontrar en la Red.

Lo importante de esta propuesta es que tú, maestro, puedes confiar en que la información que ofrecerás a tus alumnos, será controlada por ti, previa revisión, modificación, actualización y rediseño de los materiales que te ofrecemos. Si, si, parece que te estamos cargando la mano, pero no es nada que no hagas cada día antes de preparar tu clase para mañana o para la próxima semana. La escuela, por tu medio, debe proporcionar las condiciones para que los estudiantes aprendan y utilicen adecuadamente las variedades del lenguaje escrito, lo que les permitirá comprender y analizar la diversidad del lenguaje oral. Siempre se ha dicho que la lectura genera la propiedad en el habla y en la redacción, pero ¿has pensado cuánto se tiene que leer para que eso ocurra así, como por arte de magia? Seguramente coincides con nosotros en la respuesta.

Humberto Cueva, maestro de quien seguramente has oído hablar si eres maestro de Español, repite como si fuera un mantra que a leer se aprende leyendo y a escribir escribiendo; creo que tiene razón. Es por eso que nuestra propuesta ofrece, además de la lectura, una serie de fichas que pone en juego la habilidad de los alumnos en el rubro de la redacción y un poco en la creación literaria; aunque debemos confesar que la mayor parte del trabajo será tu responsabilidad, pues tendrás que orientar el trabajo del aula para que una vez que tus alumnos estén frente a su computadora -en el CECSE, el ciber o su casa -, tengan claro lo que deben hacer.

¡Ups! Creo que no te habíamos dicho que tus alumnos iban a trabajar con una computadora y que tú también debes hacerlo pues las actividades que te estamos proponiendo tienen que ver con el uso de las redes de información y comunicación. A ver, vamos de nuevo pero por partes.


Nuestras actividades:
a. son de carácter libre; es decir, son de exploración o navegación en la red para obtener información específica o para contrastarla guiando la actuación del alumno,
b. están preparadas para el aprendizaje independiente vía internet, sin embargo, pueden incorporarse fácilmente en un aula virtual o CECSE.
c. cuentan con soportes y guías suficientes para que el alumno no se pierda en su elaboración y conozca los resultados parciales o finales de su actuación; es decir, pueden ser actividades de autoaprendizaje.
d. están altamente estructuradas (no olvides que tu puedes modificarlas).
e. pueden ser el marco de apertura al tratamiento de un tema y transformarse en una evaluación inicial o en actividades de seguimiento y consecución complementadas con otro tipo de actividades de la red.
f. facilitan compartir los resultados y la posibilidad de crear, a partir de éstos, foros de discusión con las respuestas.

¿Cómo se aplican?

· Se debe seleccionar detalladamente el contenido que se pretende trabajar; en este modelo te ofrecemos algunos movimientos literarios.
· Determinar las habilidades que se buscan desarrollar; aquí, lectura, comprensión y redacción.
· Determinar el planteamiento de apertura; es decir, ¿para qué les va a servir? ¿qué quieres que aprendan?
· Seleccionar el soporte técnico para el planteamiento: Internet, red privada o interna, pizarrón interactivo, etc.
· Elaborar el material de estudio con los recursos disponibles; aquí te damos una muestra.
· Probar las actividades y su diseño complementario y paralelo.
· Promover la resolución individual o colectiva, según sea el caso, de las actividades.
· Opcionalmente se puede programar un foro de discusión con la intención de provocar el autoaprendizaje.

Con lo anterior queremos favorecer el desarrollo en el aprendizaje práctico de tus alumnos, donde juegues el rol de guía en la construcción de su conocimiento mediante la propuesta; buscamos que el alumno avance a medida que modifica su rol en la comunidad de estudio, iniciando como simple observador, hasta que comience su participación en la comunidad virtual, para lo cual es indispensable:

· Distribuir el espacio virtual con los diferentes temas puestos a discusión.
· Seleccionar el proceso de participación, las actividades a realizar y la relación entre ambos.
· Determinar las fechas de participación de los usuarios y los momentos en que recogerás datos para su seguimiento.

¿Cómo lo puedes evaluar?

Tienes dos opciones: debate virtual o desarrollar círculos de aprendizaje. En la primera debes considerar las reglas del Foro de discusión, las cuales deberán quedar claras desde el principio para que no se pierdan tus alumnos en una discusión sin sentido; contemplando los criterios que tomarás en cuenta para evaluar la actuación de cada participante ¡Ah! Y además tiene que disponer del tiempo suficiente para atender tus propias reglas y asegurar la participación de todos tus estudiantes (en el supuesto de que todos tienen acceso a internet); la segunda opción es más sencilla, pues no requieres más que organizar a tus alumnos en pequeños equipos para que autorregulen su aprendizaje.

La evaluación de estas actividades puede aportar evidencias del proceso de enseñanza y aprendizaje, que son útiles para retomar información relevante de los alumnos en relación a su conocimiento y a la forma de adquirirlo.

Vigotsky "sostiene que en el proceso cultural del niño, toda función aparece dos veces, primero a escala social, y más tarde a escala individual”[1], es por eso importante destacar la importancia de los grupos de aprendizaje, sobre todo en la escuela secundaria, que es donde se termina de afinar la personalidad del alumno, ello lo llevará a resolver situaciones por sí mismo, con un grado de complejidad cada vez mayor.

El autor propone también, que además de disponer el entorno de forma que los alumnos puedan descubrir por sí mismos, los profesores deben guiarlos con explicaciones, demostraciones y el trabajo con otros estudiantes que haga posible el aprendizaje cooperativo y asegura que "el aprendizaje es una forma de apropiación de la herencia cultural disponible, no sólo un proceso individual de asimilación. La interacción social es el origen y el motor del aprendizaje"[2]

Además, ese aprendizaje que suponemos ofrecerás a tus alumnos debe tener cierto valor agregado, debe ir más allá de la intención de aprender algo, debe buscar que los alumnos de secundaria descubran sus preferencias temáticas y de tipos de texto, a la vez que fortalecen su capacidad para comunicarse oralmente y por escrito; para eso tendrás que buscar la forma de convencerlos de la necesidad de conocer más allá de lo que aquí te presentamos.

Para Ausubel el aprendizaje significativo ocurre cuando el estudiante integra los nuevos conocimientos con lo que ya sabe; esta proposición significa que lo más importante de la educación es lo que el estudiante domina al entrar a un ambiente de aprendizaje. Pues si los nuevos conocimientos son acordes a lo que el estudiante entiende, será para él, más fácil asimilarlos. Por tal razón, en este material proponemos estudiar no sólo los movimientos literarios que se te presentan de manera accesible, sino el marco histórico que envuelve a dichos movimientos, de modo que puedas acordar con el maestro de historia, alguna serie de actividades que se relacionen de forma estrecha con lo planteado a los alumnos.

El objetivo actual de la enseñanza de la literatura en la educación secundaria, ha pasado de una finalidad historicista en la que los alumnos aprendían, fundamentalmente, datos sobre los escritores y sus épocas, a una perspectiva orientada hacia la comprensión del sentido de los textos.

La capacidad para poner en acción las habilidades cognoscitivas y lingüísticas involucradas en la comprensión del lenguaje, las convenciones literarias, el aspecto estético de los textos y la valoración de la forma en que éstos propician la creación de diversos significados, representa un intento de poner sobre la mesa algunos movimientos literarios que permitirán reconocer diferencias entre ellos para propiciar la elaboración de conclusiones flexibles sobre las características que los clasifican.

Sabes bien que actualmente es necesario adecuar los procesos de enseñanza-aprendizaje a las exigencias de las nuevas generaciones, lo cual implica un cambio en las formas de diseñar las actividades para enseñar y aprender. “Lo anterior representa inconvenientes para los profesores por el cambio de paradigma educativo y la poca o nula preparación en el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), lo cual se manifiesta en una actitud de rechazo a incorporar estas tecnologías a los procesos didácticos.”[3]

El uso de las TIC en el aula ayudará a que los alumnos accedan a diferentes fuentes de información y aprendan a evaluarlas críticamente; organicen y compartan información al usar diversas herramientas de los procesadores de texto; desarrollen habilidades clave como el pensamiento lógico, la resolución de problemas y el análisis de datos al utilizar paquetes de graficación, hojas de cálculo y manipuladores simbólicos.

Estamos apostando a que buscarás la forma de enfrentar y evitar ese rechazo al empleo de las tecnologías y que, junto a nosotros, harás lo necesario para que tus alumnos aprendan más y mejor algo que es básico en la educación secundaria y en la vida misma: incorporar a los estudiantes en nuevas prácticas del lenguaje, como escribir y leer en pantalla, editar textos, leer y usar hipertextos, buscar información en la red, enviar y recibir correos-e, utilizar los recursos electrónicos para el intercambio de información: charlas en línea, foros, mensajeros instantáneos, entre otros posibles… ¡vaya!: comunicar.

Propósitos

Lo que pretendemos propiciar es que desarrolles, un poco más, una serie de habilidades y actitudes con las que seguramente cuentas, pero que las lleves al extremo, para lo cual es necesario:

a. Poseer alta capacidad de comprensión del material escrito y tener el hábito de la lectura; en particular, valorar críticamente lo que lees y relacionarlo con la realidad y, especialmente, con tu práctica profesional.
b. Localizar, seleccionar y utilizar información de diverso tipo, tanto de fuentes escritas como de material audiovisual, en especial la que necesitas para tu actividad profesional.
c. Conocer con profundidad los propósitos, los contenidos y el enfoque de enseñanza de Español, y reconocer que el trabajo con los contenidos contribuye al logro de los propósitos generales de la educación secundaria.
d. Manejar con seguridad y fluidez los temas incluidos en los programas de estudio, y reconocer la secuencia de los contenidos.
e. Saber diseñar, organizar y poner en práctica estrategias y actividades didácticas, adecuadas a las necesidades, intereses y formas de desarrollo de los adolescentes, con el fin de que los educandos alcancen los propósitos de conocimiento, de desarrollo de habilidades y de formación valoral establecidos en el plan y programas de estudio de la educación secundaria.
f. Conocer los materiales de enseñanza y los recursos didácticos disponibles y para utilizarlos con creatividad, flexibilidad y propósitos claros.

También queremos que tu trabajo se desarrolle en un ambiente donde se generalice el empleo de recursos técnicos y medios de información, como el video, la computadora y las redes de comunicación y acceso a bancos de información.

La naturaleza misma de la Escuela Secundaria exige que los estudiantes al concluir la educación básica:

· Seleccionen, analicen, evalúen y compartan información proveniente de diversas fuentes y aprovechen los recursos tecnológicos a su alcance para profundizar y ampliar sus aprendizajes de manera permanente.
· Empleen los conocimientos adquiridos a fin de interpretar y explicar procesos sociales, económicos, culturales y naturales, así como para tomar decisiones y actuar, individual o colectivamente.
· Conozcan y valoren sus características y potencialidades como seres humanos, se identifiquen como parte de un grupo social, emprendan proyectos personales, se esfuercen por lograr sus propósitos y asuman con responsabilidad las consecuencias de sus acciones.
· Aprecien y participen en diversas manifestaciones artísticas. Integrando conocimientos y saberes de las culturas como medio para conocer las ideas y los sentimientos de otros, así como para manifestar los propios.

Y para cumplir esos breves rasgos del perfil de egreso buscamos que tus alumnos:

· conozcan, analicen y aprecien el lenguaje literario de diferentes géneros, autores, épocas y culturas; valoren su papel en la representación del mundo; comprendan los patrones que lo organizan y las circunstancias discursivas e históricas que le han dado origen.
· Utilicen el lenguaje de manera imaginativa, libre y personal para reconstruir la experiencia propia y crear ficción.
· Interpreten y produzcan textos para responder a las demandas de la vida social, empleando diversas modalidades de lectura y escritura en función de sus propósitos.

Para lo anterior será necesario que tus alumnos aprendan

· a compartir con sus compañeros las diversas formas del acto de lectura, a interpretar de manera conjunta,
· a valorar los textos más importantes para una comunidad y a hablar sobre ellos, acciones fundamentales en la integración de los estudiantes como miembros de la comunidad de lectores, pero también de su formación como lectores autónomos.

La comunidad de lectores refiere a un conjunto de individuos que conforman una red de relaciones interpersonales en las que el objetivo principal es compartir las diversas formas del acto de lectura y las interpretaciones de los textos, así como los modos de aproximarse a la producción y edición de los mismos.

Un lector autónomo, por su parte, es quien lleva a cabo las tareas de la comunidad de lectores, es un lector que ha adoptado para sí los modos de relacionarse con los textos; así pues, es necesario que compartan y aprendan diversas prácticas de lectura, que aprendan a leer y escribir guiándose por propósitos distintos, que aprendan a seleccionar las lecturas en función de los propios intereses, que enfrenten el reto de leer textos difíciles y de adecuar la modalidad de lectura en función de la situación y del tipo de texto.

El Plan 2006 tiene entre sus prioridades promover las Prácticas del lenguaje vinculadas con la literatura, comprendidas en el ámbito de la literatura y organizadas en torno a la lectura compartida de diferentes tipos de textos, pues a partir de este intercambio tus alumnos aprenderán a ampliar sus horizontes socio-culturales y a valorar las distintas creencias y formas de expresión.

Ahora bien, en este ámbito lo importante es enfatizar la intención creativa e imaginativa del lenguaje, pero también se requiere plantear distintas maneras de abordar los textos. En este sentido, la lectura comparada de varios textos de un subgénero, una temática o un movimiento literario son prácticas sociales que ofrecen las condiciones necesarias para que los estudiantes puedan descubrir el poder creador de la palabra y los patrones artísticos del lenguaje. La lectura de reseñas y la investigación sobre las condiciones de producción de los textos son también prácticas sociales que permiten ampliar la comprensión de los mismos y su relación con las diferentes épocas de la historia o las culturas.

Por lo que respecta a la producción de los textos en el ámbito literario, el propósito es promover la expresión libre e imaginativa, así como crear espacios para que los estudiantes puedan expresar su subjetividad y compartir sus propias interpretaciones del mundo, explorar las variadas formas de expresión y recursos textuales e, inclusive, inventar nuevas formas de decir y ponerlo por escrito. Enfrentar la problemática de la propia creación permite entender y valorar los problemas que plantea la creación artística, así como las soluciones que los escritores de épocas diferentes han ofrecido.

El ámbito de literatura exige:

· Leer y escribir para compartir la interpretación de textos literarios
· Hacer el seguimiento de algún subgénero, temática o movimiento
· Leer para conocer otros pueblos
· Escribir textos con propósitos expresivos y estéticos
· Participar en experiencias teatrales

Nuestra propuesta cumple, al menos en esta muestra, todo lo que te hemos venido comentando y reafirmando en cada apartado de este texto.

Una función relevante de tu trabajo como docente es la de mostrar a los alumnos comportamientos típicos de lectores, de escritores, de quienes participan en situaciones comunicativas orales que pueden requerir de cierto nivel de planeación o formalidad, o de quienes pueden entablar un diálogo para resolver un conflicto. En una sola frase compartir con los alumnos el derecho y la obligación de leer y escribir.

Queremos que compartas con tus estudiantes una parte de tu cotidianidad como lector, escritor y hablante: que les brindes la oportunidad de participar en actos de lectura que tu mismo estás desarrollando -al comentarles sobre alguna novela que llamó tu atención, recomendándoles la obra de algún poeta, al compartir la lectura de una noticia y haciendo señalizaciones sobre los puntos de vista implícitos en ella, llamando la atención sobre las posibles contradicciones de un documento, etc. ―; atendiendo las explicaciones de tus alumnos sobre el texto que producen, etc.; o que hables con tus alumnos y con otras personas utilizando estrategias y recursos que ellos puedan utilizar.

La apropiación de las prácticas sociales del lenguaje debe entenderse como una forma de integración social, de ser partícipes en una cultura y, por lo tanto, de interactuar con otros sujetos que forman parte de esa comunidad. Allí radica la importancia de promover que los alumnos participen en situaciones de lectura y escritura que trascienden las paredes del aula o de la escuela y que se involucren en una amplia gama de situaciones comunicativas orales.

Una parte de este cometido se puede cumplir al reproducir en el aula situaciones comunicativas parecidas a las de la vida social; importante será, entonces, que la escuela propicie otro tipo de relaciones entre los estudiantes y su entorno: las que están mediadas por la lectura y escritura de textos o las que involucran cierto grado de formalidad en el uso del lenguaje oral.

De esta forma, parte de tus funciones como maestro de adolescentes son promover que los estudiantes asistan a bibliotecas de la comunidad o de la escuela, participen en actividades abiertas que involucren la lectura y discusión de materiales relevantes para resolver algún problema; formen círculos de lectores; intercambien correspondencia con diferentes destinatarios; organicen debates o exposiciones en las que participen otros integrantes de la comunidad, etc.

Para concluir, debemos destacar que nuestra propuesta busca:

· incorporar los intereses, las necesidades y los conocimientos previos de los alumnos,
· atender la diversidad,
· promover el trabajo grupal y la construcción colectiva del conocimiento,
· diversificar las estrategias didácticas: el trabajo por proyectos,
· optimizar el uso del tiempo y del espacio,
· seleccionar materiales adecuados,
· impulsar la autonomía de los estudiantes,
· evaluar el desempeño de los alumnos,

sin dejar de lado la importancia que representa la actualización permanente de los materiales, acto que tendrás que realizar cada vez que lo consideres conveniente.

Contenidos temáticos

El reto de nuestra propuesta radica en que la muestra que te ofrecemos no está incluida en los contenidos del Plan 2006 de forma explícita, sino de manera velada al margen del tratamiento que puedas darle al ámbito de Literatura, como lo señala el programa de Español; sin embargo, se debe considerar que el contenido mismo de nuestro material está sujeto a los cambios que consideres necesarios en el momento que así lo decidas, y que sólo pretende compartir contigo una forma atractiva y sencilla de trabajar, permitiendo desarrollar a tus alumnos cierta autonomía en la adquisición de ciertos conocimientos.

En Plan y Programa de Español 1993, los aprendizajes esperados en el Eje de Recreación Literaria, expresaba la necesidad de que el alumno conociera algunos movimientos literarios con la finalidad de entender la evolución que este tipo de expresión artística ha representado, desde hace mucho, en la forma de vida de la humanidad.

Por otra parte, el Plan y Programa de Español 2006 centra su atención en aspectos más generales, sin profundizar en el conocimiento de la literatura, sino en la real apreciación literaria y su uso social, lo cual genera un vacío si el maestro –no es tu caso- no gusta de leer.

La diferencia entre el tratamiento de los contenidos está marcado por una distancia muy grande; pero si nos centramos en los contenidos del tercer grado del Plan 2006, encontraremos que, en apariencia, los apartados L.3.1 y L.3.2, pueden coincidir con los temas 1.9, 1.10, 3. 3 y 3.8 de tercer grado, del Plan 93. De tal modo el material que te ofrecemos como muestra debe servir de algún modo para abordar cualquiera de los temas antes señalados del Plan 2006. (Más adelante se ofrece una liga que te llevará a una presentación en power point que expone la relación temática a la que se hace referencia).

La bibliografía que sugerimos para el tratamiento de estos contenidos no pretende ser especializada ni mucho menos; sin embargo, creemos conveniente que revises otras fuentes tales como libros de Literatura Universal y de Historia para que confirmes la veracidad y confiabilidad de los que te ofrecemos.

Metodología

No necesitas ser un experto en el manejo de la computadora para poder manipular este material, pero es indispensable que tengas claras las instrucciones que compartirás con tus alumnos para el desarrollo de las actividades. A continuación te presentamos un guión de intervención que podrá facilitar tu trabajo con los materiales de esta propuesta.

Debemos señalar que el uso de los verbos será la guía para identificar las actividades de tus alumnos y las tuyas, de modo que los verbos en infinitivo al principio de cada punto señalarán tus actividades, mientras que los verbos conjugados serán dirigidos a tus estudiantes.

1. Compartir de manera amplia el concepto de literatura y sus distintas manifestaciones.
2. Seleccionar algún período o movimiento literario de los que se incluyen en la propuesta, o bien todos.
3. Solicitar que tomen nota de lo que encuentren en la página web, pues eso servirá para responder cada Ficha de Trabajo contenida en la misma página.
4. Identificar, junto con ellos, los aspectos estructurales y temáticos relevantes del movimiento o movimientos seleccionados.
5. Delimitarán los temas específicos y explicarán su relación con los valores culturales del período.
· Discutirán la relación de las temáticas con el sentir y los valores de la época.
· Señalarán las características del movimiento literario o período y su relación con la actualidad.
6. Indagarán en diferentes fuentes información sobre el período o movimiento literario elegido, para confirmar y ampliar el análisis.
7. Revisar, ampliar y corregir, de manera constante, las notas que van recogiendo los alumnos.
8. Jugarán con los recursos que la página web ofrece (hot potatoes) para comprobar lo aprendido hasta ese momento.
9. Responderán cada Ficha de trabajo propuesta, procurando acudir únicamente a sus notas para ello.
10. Elegirán uno o varios textos que les hayan gustado, ya sea de la página web o de las fuentes que investigaron por su cuenta.
· Explicarán qué fue lo que les gustó del texto seleccionado.
11. Organizarán una lectura pública de los textos seleccionados o diseñarán carteles que ilustren sus interpretaciones y los efectos emotivos que les provocaron los textos.
12. Discutirán la pertinencia de guardar sus textos para posteriormente elaborar una antología.
El tiempo estimado para esta serie de actividades puede variar desde dos hasta doce sesiones, de acuerdo a lo que quieras lograr con tus alumnos.

Evaluación

La evaluación es una forma de registrar los puntos de partida y avances de los aprendizajes de los estudiantes, al mismo tiempo que una fuente para replantear la planificación de la enseñanza de la asignatura. Para los alumnos, la evaluación deberá representar una fuente de información sobre sus conocimientos, de sus potencialidades y habilidades para incorporar los conocimientos a su vida cotidiana. Es por ello que conviene tomar en cuenta los siguientes criterios:
  • Capacidad para identificar las características y rasgos comunes de cada movimiento literario o período y relacionarlos con lo que se vive en la actualidad.
  • Disposición para el trabajo colectivo, individual y crítico de los materiales que se ofrecen en la propuesta o tema que se esté trabajando.
  • Habilidad para la toma de notas, la lectura y la craeción de textos adecuados a contextos específicos.

Serán objeto de evaluación los diferentes productos elaborados por los adolescentes: Fichas de trabajo, selección de textos, recogida de datos, fuentes de consulta, etc. Lo que debes recordar es que la evaluación debe tener un carácter formativo tomando en cuenta, además los conceptos, las actitudes y las habilidades que tus alumnos adquieran en el desarrollo de las actividades. Aquí te sugerimos dos criterios: productos de participación y productos valorables que habrán de trabajarse en el grupo o a distancia como una forma de verificar el avance individual en el dominio de contenidos.

Los productos de participación serán aquellos que se trabajan de forma diaria en el aula, por lo tanto su valor deberá ser menor, al tomar en cuenta que el trabajo esperado es lo menos que se puede exigir en un día cualquiera de clase; los de participación deben entenderse como aquellos que requieren un esfuerzo extra del alumno, o aquellos que se encargan a distancia tal y como sucede con las tareas extraescolares, por lo tanto es recomendable que, al ser menos frecuentes por la carga que implican, tengan un valor superior en relación con los de participación.

La escala que sugerimos es: para los productos de participación, un punto por cada actividad realizada en el aula; mientras que a los productos valorables les asignamos una escala distinta: 1= A mejorar, 2= Suficiente, y 3= Notable.

Recomendaciones
  • Para acceder al material puedes conectarte, vía Internet aquí
  • Revisa la presentación en Power Point pues allí se especifica la relación temática entre el Plan '93 y el 2006, al que se hace referencia párrafos antes.
    Tu computadora no necesita ser muy moderna para poder abrir los materiales, pero debe contar con sistema operativo de Windows con su respectivo explorador. Es recomendable que abras una cuenta-e o te suscribas a un servidor para que sea allí a donde tus alumnos envíen las fichas de trabajo.
  • Es importante que tengas conocimientos básicos sobre el manejo de una computadora para trabajar con el material propuesto; si no fuera así, sólo despójate de la vergüenza y solicita a alguno de tus alumnos que te ayude.
  • El programa que utilizamos para el diseño del material es el llamado Front Page y si cuentas con él seguramente podrás hacer modificaciones a este material sin quebrarte tanto la cabeza; sin embargo puedes desarrollar el mismo modelo de actividades desde cualquier versión de Word, guardando tus archivos con formato HTML o como página web.
  • El programa de Hot Potatoes utilizado en los juegos es una versión gratuita que encontrarás en las páginas de descarga de software libre; pero para el diseño de las fichas de trabajo es necesario conocer, un poco al menos, el lenguaje HTML.
  • La carpeta que contiene los materiales incluye cada página con su respectivo título, en ellas se concentra la información necesaria para responder tanto a los juegos como a las fichas de trabajo propuestas.
  • Cada página está hipervinculada a otra que guarda el nombre de INDEX; ésta será la que debes abrir desde tu explorador de Windows o haciendo clic sobre el icono de la página con el botón izquierdo de mouse. (Una vez abierta notarás ausencias en el diseño e imágenes, pero no en el contenido; esto se debe a que el lugar donde está guardada la propuesta no permite almacenar todo lo que debe contener. Por ello, las carpetas zip deben ser descomprimidas, pues allí se encuentran los elementos que faltarán si lo abres simplemente de eso modo).
  • Por último queremos invitarte a dejar de lado esos temores de enfrentar las TIC o la flojera de buscar formas nuevas de enseñar.

Bibliografía

Cassany, Daniel. Enseñar Lengua. Anagrama. 2004.
Lomas, Carlos. Ciencias del lenguaje. Competencia Comunicativa y Enseñanza de la Lengua. Paidós. 2002.
Penac, Daniel. Como una Novela. Biblioteca de Actualización del Magisterio. PRONAP. 1998.
Psicología educativa: un punto de vista cognoscitivo. Méjico: Trillas. 1976.
Reyes Reyes, Rogelio. Cien preguntas sobre la enseñanza del Español. ENSMSG. 2002.
SEP. Plan y Programas de Educación Secundaria. Español. 1993.
SEP. Plan y Programas de Estudio. Educación Secundaria. Español. 2006.
SEP. Plan y Programas de Estudio. Educación Secundaria. Español. Documento Preliminar. 2002.
Zambrano Chávez, Nancy. Webquest: una herramienta que aprovecha los recursos de Internet. Tomado de: maestrosenlínea, año 2 número 6, abril-junio 2006. SEP.
[1] Psicología educativa: un punto de vista cognoscitivo. México: Trillas. 1976.
[2] Idem.
[3] Zambrano Chávez, Nancy. Webquest: una herramienta que aprovecha los recursos de Internet. Tomado de maestrosenlínea, año 2 número 6, abril-junio 2006. SEP.