Esta
semana a mis compañeros de la escuelita les ha dado por preocuparse por el
liderazgo de los demás, mientras intentan demostrar su valía como líderes;
algunos de ellos podrían ser buenos líderes si tuvieran más iniciativa y mayor
capacidad de decidir, cuando menos, por ellos mismos lo que les conviene, sin
dejarse arrastrar por lo que otros opinan, hacen o dejan de hacer.
Las
diferentes posturas sobre el significado de liderazgo son alentadoras, pero
lamentablemente, muchas de ellas, ni siquiera son originales, razonadas o
propias sino de Wikipedia, alguna cadena de esas que rondan en los correos de
todos, de Facebook, powerpoints.org, o de los libros de César Lozano (perdón,
de los vídeos de YouTube)… -guardaré mi opinión sobre la última referencia-. De
pronto todos son expertos en el tema y arman el perfil del líder perfecto: el
que los escucha y hace monadas para ellos, el que les puede dedicar todo el
tiempo del mundo sin derecho a pedir su atención, y cosas por el estilo.
Que
si suma o resta, que si es fuerte o abusivo, que si dice o calla, que si hace o
haraganea, que si es buena onda y justifica lo injustificable, que si se junta
con unos o con otros y cosas por el estilo son las que han rondado los pasillos
y la verdad me parecen divertidos, aunque debo confesar que a ratos me
desconcierta el hecho de que los comentarios, bajo un anonimato mal escondido y
peor intencionado, tienen dirección pero no remitente. Lo que se dice no es de
frente y pretende confundirse entre las enaguas del resto de mis compañeros y
compañeras.
La
verdad es que siempre me he considerado un líder, y en más de una ocasión se me
ha reconocido como tal. Bajo esa premisa, puedo asegurar que un líder no busca
sumar ni restar pero permite, sin hacer juicios, que los demás se sumen o se
retiren de acuerdo a la conveniencia del momento, porque él mismo se adhiere o
se sustrae según la circunstancia y la situación. Lo que identifica a quien
posee el liderazgo es, muchas veces, la coherencia entre el decir, sentir,
pensar y hacer, cualidad que muchos de mis compañeros no tienen.
Risa fingida para autografía... |
Quien
dirige cualquier situación debe tener la vista puesta en lo que sigue, y no
necesariamente en lo que ya está resuelto; lo difícil de esto es que debe
contar con la confianza suficiente, propia y de quienes le siguen, para actuar
con la mayor libertad posible y, sin duda alguna, la medida de confiabilidad
que depositen en sus actos, no depende de él, sino de aquellos que buscan el
beneficio de su guía. Así que aquí entran las palabras de Rocky Balboa: “No es golpear duro lo que te hace [líder], sino soportar
tantos golpes como sea posible recibir y aun así mantener las ganas de seguir…”
Esta
semana logré que la mayoría de mis compañeros pensaran en mí como su líder, que
hablaran de ello y que se sintieran parte de algo… no lo soy, no pretendo ni me
interesa serlo. Afortunadamente sólo soy su representante y eso, eso está a
punto de terminar y cuando eso pase, volveré a mi estado natural: escopeta para
patos…
Hasta luego.
Lideres, tal vez la falta de ellos nos hace querer verlos en cualquier persona, nuestra necesidad de ser guiados afecta la objetividad y seguimos a cualquier abusivo o abusado que a final de cuentas sólo busca el provecho personal y no el social. Me gustaría decir que soy formadora de líderes pero nada mas lejos de la realidad. Saludos. Una de tantas exalumnas normalistas en las que dejo huella.
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