domingo, 3 de noviembre de 2013

¿Y qué sigue pues?

Soy coleccionista de cómics desde hace ya muchos años –poco más de 30-, y que cada vez es más difícil clasificarlos y organizarlos en una línea narrativa o por compañía editorial, o por lo que más me gusta, sobre todo porque sólo compro lo que me gusta: algo de DC, otro tanto de Marvel, poco de Dark Horse, y de menos algunas editoriales independientes. Entre las cosas que tengo, además de historietas, son juguetes, suvenires y películas, éstas últimas no sólo relacionadas con cómics, sino con literatura y cosas que también me gustan.
En años recientes, del 2002 a la fecha, las historietas han ocupado un lugar importante en las salas de cine, por el fenómeno que provocara entonces el Spiderman de Tobey Maguire, y que se ha extendido hasta hace unos días con Thor. Lo cierto es que esto no es nada nuevo.
En 1977 saltó a la pantalla, del cine en México y TV en Estados Unidos, el Sorprendente Hombre Araña, con Nicholas Hammond, que fui a ver con papá al cine Cuauhtémoc. Recuerdo que la sala estaba atascada de niños con sus papás que no estaban muy contentos de ver tamaño churro, pero que seguro les provocaba satisfacción ver las caras de sus hijos, con los ojos desorbitados y las bocas semi-abiertas cada vez que aparecía el araña con su traje de calcetín.
Por esos años apareció también en la TV El Increíble Hulk, con la mancuerna Bixby/Ferrigno, que si bien no era mi favorita estaba entretenida y era el pretexto para que los papás y los hijos, sobre todo varones, se apropiaran de la tele los sábados por la noche para ver algo juntos. Al menos eso hacíamos el mío y yo, mientras boleábamos los zapatos y comíamos mandarinas con cacahuates de greña, previo a nuestra agua mineral con sal y limón.
Después vinieron el Superman de Reeve; Conan, el bárbaro, con Schwarzenegger; El Capitán América, con Matt Salinger; algunas peliculitas de Hulk, acompañado por Daredevil y Thor; el Batman, de Keaton, todo Star Wars, desde el ’77 también; y otras cosillas animadas que estaban muy buenas. Todas las mencionadas en principio eran actividad de niños y sus papás; después, de esos niños ahora papás, con sus hijos (hijas, en mi caso).

Vino Dick Tracy, Blade, Spirit, Punisher, primero con Dolph Lundgren, después con Thomas Jane y por último con Ray Stevenson; The Shadow, Spiderman, en cuatro películas con dos versiones distintas; Hellboy, Daredevil, Elecktra, otros Hulks, Fantastic Four, Iron man, Thor, Capitain America, más Supermanes y Batmans, Avangers, ¡en fin!
Lo que quiero compartir es algo que llamó mi atención hace dos días en la sala del cine, mientras veía Thor, acompañado por mis hijas y mi esposa. La sala no estaba llena, pero era notable que la mayoría del público era femenino… ¡ya no eran papás con sus hijos! ¡Eran novios con sus novias, esposos con sus esposas, grupos de amigas mujeres solas! ¡Todas gritando cuando apareció el dios nórdico, como si se tratara de… no sé… una estrella de rock o qué sé yo! ¡El viejerío en pleno!
¿Para eso quería Disney la franquicia de Marvel? ¿para quitarnos también ese bastión? ¿eso va a pasar con la franquicia de Star Wars? Ahora sí estamos jodidos…
 
Hasta luego...