Morir con los ojos cerrados y el corazón abierto.
Pensar en mi muerte no es algo que me preocupe todavía, en tal caso debiera ocuparme de los que se quedan, pero como en su momento ya no estaré, deben ser ellos quienes se preocupen y no yo. Algo así es lo que aborda la película The bucket list protagonizada por Jack (que miedo me da tu risa) Nicholson y Morgan (el pecas) Freeman.
¿Qué quieres hacer antes de partir? Es la pregunta latente en la cinta, y si tu respuesta es ver algo espectacular o reír hasta llorar, más vale que te prepares para pasar lo que te resta de vida aburrido, haciendo lo mismo de todos los días y esperando a que la muerte pase por ti. Si tu respuesta era esa, coincide entonces con la de Carter, un mecánico de 66 años desahuciado por el cáncer, siempre acompañado de su amorosa familia y rodeado de las atenciones que todo abuelo de película puede tener.
Edward, por su parte, era un hombre de negocios que gustaba de una buena discusión si ésta iba acompañada del mejor café del mundo; su trabajo consistía en comprar centros médicos que parecían spa’s para convertirlos en verdaderos hospitales. Él también tenía cáncer, seis meses de vida y un asistente como única compañía.
Cuando se conocieron no fue en el mejor de los momentos, fue en un hospital, con la enfermedad a cuestas y a punto de perderse en el vacío que representa el saberse muertos. Carter fue el último de los dos en enterarse que moriría, y aunque siempre pensó que conocer con anticipación el día de su muerte podría representar una ventaja, se dio cuenta de que eso no era cierto, de que el tiempo restante no sería suficiente para vivir con su familia, de que la muerte lo acompañaría desde ese día hasta el último impidiéndole disfrutar lo que le quedaba de vida.
Edward se sabía solo y con poco qué perder a esas alturas, así que le propuso a Carter cumplir juntos con una lista de deseos que éste había iniciado e interrumpido cuando supo la noticia de su futura muerte. La lista iría creciendo mientras los días avanzaban y para el mecánico resultó difícil desprenderse de su esposa que estaba lista para perderlo ante la muerte pero no mientras estaba vivo; sin embargo, antepuso sus 45 años de sacrificio por la familia y se dio permiso de vivir lo que le faltaba vivir: saltar en paracaídas, conducir un Shelby, viajar a Francia, África, Egipto, Japón y el Tíbet con la intención de subir al Himalaya.
La vida que había tenido cada uno de los personajes los distanciaba en ideas y verdades, pero innegablemente enriquecía las experiencias del otro logrando una complicidad que incluía al asistente de Edward siempre que necesitaban de algo.
El final de la película te lo puedes imaginar, pero no lo confirmaré hasta que la veas; y como morir es lo último que pienso hacer en esta vida, me parece buena idea preguntar ¿ya pensaste lo que quieres hacer antes de partir?
...compadre...eres o te pareces...un saludo desde la paz...y un abrazo del miguel..
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