Entiendo que se busca la formación en los alumnos, entiendo que no se puede relajar la regla del calzado en la escuelas de educación básica, entiendo que quienes imponen los reglamentos exijan que se respeten, pero no comparto la idea de permitir un día de ropa libre sin que los alumnos escojan, al menos ese día, los zapatos que quieren utilizar.
Hace unas semanas, previo a las vacaciones de invierno, platicaba con mis alumnos de la secundaria sobre las formas de vestir que hoy están de moda. Platicábamos que muchas de las modas actuales tienen su origen décadas atrás, como eso de los mallones en las mujeres o los pantalones entubados que algunos usan, incluso la onda dark con las gabardinas largas y las cabelleras con cortes amorfos, sin tocar los maquillajes que más que góticos aparentan otras formas.
Mis alumnos, animados, ratificaban mis afirmaciones con comentarios sobre fotografías familiares ochenteras, setenteras, sesenteras y otras, hasta que llegamos a los Converse... Cuestionaban mucho el por qué no los dejan usar esos tenis en la escuela, el por qué, si les permiten ir con cualquier ropa algún día del mes, los regresan a su casa si se aparecen con ese tipo de tenis. No supe qué contestar.
Les propuse que escribieran un artículo donde expusieran sus argumentos para que se les permitiera hacer uso de Converse en la escuela, y lo que leí me pareció válido. Algunos comparaban sus Converse con los del Chapulín Colorado, que salvo el color, eran iguales; otros fueron más lejos: hicieron, en su texto, un listado de personajes que hacen uso de ese estilo de tenis preguntando, de manera retórica, si alguno de ellos era considerado un pandillero o bandido.
“Lo pandillero no se lleva en los pies, sino en la forma de vida” escribió Claudia; “Lola, la de la novela, es una fresa y los usa” apuntó Verónica; “Luca también usa Converse” -dijo Rolando en su escrito, haciendo alusión al personaje insignia del Forum de las Culturas, -“¿Qué onda con eso de la diversidad cultural? ¿Sólo es para los que no usan Converse?” Y aquí hago una pausa...
Lo que empezó como una forma de mantenerlos ocupados con trivialidades, terminó siendo un ejercicio de escritura, impregnado de la inquietud de mis alumnos, que me parece valió la pena; lo triste fue enterarme, por la voz de mis alumnos, que quienes estamos en la trinchera pocas veces nos damos la oportunidad de escuchar, o leer en este caso, lo que piensan o sienten sobre algo que perdería sentido si lo ponemos junto a otros trabajos escolares.
Tal vez sea poco importante usar o no Converse, pero ¿qué tan importante es para ellos defender su punto de vista sobre algo que sí consideran valioso? Sólo para confirmar lo que digo me permito transcribir el comentario que hizo una maestra, hija de la directora y alumna todavía de la Normal Superior: -“¿Acaso quieren ser un monigote que es manipulado, o compararse con un estúpido comediante que viste con mallas rojas?”... Aquí termina mi pausa.
No es el monigote, sino lo que representa, ni el comediante sino su personaje; no es el cuestionamiento, sino quién lo hace... vuelvo con Rolando: “¿Qué onda con eso de la diversidad cultural? ¿Sólo es para los que no usan Converse?”
Oye, la diversidad implica diferencias; y ya lo he escrito en algún artículo: las DIFERENCIAS TAMBIÉN UNEN. En plena posmodernidad seguimos educando y pensando anacrónicamente (los maestros, of course). Nadie sabe por qué, pero así tiene que ser y YA. Ojalá y la prohibición fuera por cuestiones ideológicas (por su origen gringo o una cosa así); pero lamentablemente es un sinsentido, mi querido Oscar. Bien por generar estas reflexiones.Voto por el uso de los Converse.
ResponderBorrar¡Vivan los converse y los del santo también!. No somos lo que traemos puesto; sino lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos.
ResponderBorrarChoclos o botas es igual, prefiero los negros y abogo constantemente a favor de la diversidad cultural y si la proclama en converse un profesor mucho mejor, ya que implica el despojo del estigma que tiene tatuado el profe en la lengua.
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