No hay nada más rico que perder el sueño a las 3:30 de la mañana para descargar la conciencia en unas cuantas líneas.
Resulta que hace unos días, esta semana que termina para ser exactos, encargué a mis alumnos de secundaria, la lectura de un cuento que entre sus líneas maneja las palabras nalgas, chiches y cabrón, bajo el velo de una serie de actos vouyeristas que se antojan cómicos a ratos, hasta que revienta la situación con una violación implícita en el nudo de la historia.
Tal vez platicado así, fuera de contexto, sea alarmante dicho texto; sin embargo, puedo asegurar que tanto el vocabulario, como el delito cometido por el protagonista de la historia, están bien cocinados; es decir, justificados en la narración. Ojo. No quiero decir que justifico una violación, por supuesto que no; pero en esta historia en particular no podía suceder otra cosa, aunque no sea la parte medular del cuento.
Haber encargado ese texto obedece a que en clase teníamos que trabajar la descripción social, cultural y psicológica del personaje y del ambiente en el que se desarrolla, además de variantes dialectales y otras cosas. Ese cuento cumple claramente con todas las características que exige el modelo de análisis, de modo que no tendría que acudir a varios textos para abordar lo que el guión propone.
Lo que nunca preví es que daría comezón a algunos papás y que estos irían a preguntar/reclamar el porqué de ese tipo de cuentos. Mi respuesta se apegó al programa: deben ser cuentos latinoamericanos del siglo XIX o XX y muchos de ellos contienen temática similar.
- ¡Pero mi hija no conoce de esos temas!
- ¡Mi hijo no habla con esas palabras!
- ¡Esos temas no se tocan en mi casa!
- ¡Usted está contaminando la inocencia de los muchachos! ¿no pudo escoger otro tipo de cuento?
- ¿Cuál? ¿De princesas? Siempre vienen de familias rotas por diferentes motivos, o sufren la violencia hasta que huyen de su suerte en brazos del primero que pasa ¿de niñas acosadas por los lobos? ¿de hermanitos que pueden ser la “merienda de viejas brujas”?
-Bueno, no. Cuentos para su edad.
- ¿Cuáles? ¿de Rulfo o Quiroga? Siempre hay muertos o cosas parecidas, ¿de Márques o Arreola? Siempre hay muertos, engaños, infidelidades o pérdidas (y hasta perdidas), ¿de quién? … ¿qué hacen mientras comen? ¿platican o ven televisión? … ¿y qué programas ven a esa hora? … ¿Noticias? … No más preguntas señor, señores…
Tal vez algunos papás se prometieron no volver a dejar a sus hijos e hijas frente al televisor, el periódico, la computadora y hasta las ventanas de su casa para no contaminar su inocencia, tal vez pensarán dos veces antes de rentar una película infantil, tal vez tienen la idea de que en la escuela debemos apretar el nudo de la venda que muchos de ellos ponen en los ojos de sus hijos, o que debemos encerrar con otra burbuja, la burbuja que ellos creen haber hecho para sus querubines adolescentes, tal vez… tal vez muchas cosas…
Todavía no sé si cometí un error al proponer esa lectura, pero al día siguiente que trabajé el texto con los muchachos lo hice pausado, esperando algún comentario fuera de contexto relacionado con las nalgas o las chiches, o con la violación, pero no, lo que se dijo en la clase estuvo centrado y con buen juicio; lo escabroso del tema lo percibieron sólo los papás que fueron a verme y lo que mis alumnos hicieron fueron, muchos de ellos, muy buenos productos.